En estos días se ha estrenado en los cines chilenos la película que evoca los dramáticos hechos vividos hace un año, cuando el 27 de febrero, a las 3:34, un gran terremoto de intensidad 8.9 sacudió la zona central del país.En la ciudad de Concepción, la mayor cercana al epicentro, apenas se advierten los restos de aquel seismo, salvo en extrañas quiebras del pavimento y en unos pocos grandes edificios todavía no desescombrados. En el resto actuaron las medidas preventivas estructurales o, cuando eran pequeñas casas frágiles, ya han sido limpiados los solares. El testimonio más impresionante aún visible es este bloque desplomado como un pastel, debido a fallos de construcción, donde murieron 8 personas.
Este otro gran edificio en construcción de la avenida O´Higgins está siendo reforzado para poder ser demolido sin riesgos. Parece quebrado por el golpe seco de un karateka. Paradójicamente, todavía luce el anuncio de venta de oficinas...
A veces se advierten en fachadas trabajos de remozado pendientes.Antes de ir a Concepción, recibí y yo mismo hice bromas sosas sobre la posibilidad de experimentar un terremoto durante mi estancia. No imaginaba que así iba a ocurrir, por dos veces, en la noche del 14 de abril, con una intensidad de 4.5. Los noté perfectamente en un 5º piso, más sometido a oscilaciones que las plantas inferiores. Sorprendido y algo mareado, me asomé a la ventana y comprobé que la gente del lugar (penquistas se llaman) seguía sus conversaciones y rutinas sin aspaviento alguno. Al día siguiente supe que eso no es considerado por allí un terremoto, sino un "temblorcito". En el mes siguiente al último gran terremoto, se llegaron a registrar hasta 30 réplicas diarias de baja intensidad, como las que yo viví. Para dar fe de mi "experiencia sísmica", dejo su registro en la web de la Agencia Nacional de Sismología de Chile.
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