La dictadura militar encabezada por Augusto Pinochet ejerció una implacable labor asesina de eliminación de sus opositores. Se estima que desde 1973 a 1990 fueron 28.800 las víctimas de su acción represora. En el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, en Santiago, cientos de sus fotografías llenan un muro como recordatorio sobrecogedor.

EL CABALLITO DE MAR.
En los centros de detención y tortura los prisioneros eran mantenidos con la vista permanentemente vendada. El único momento en que les permitían sacársela era en el baño. A sus pies podían ver en la rendija metálica del desagüe la imagen de un caballito de mar. Un breve espacio de libertad en medio de la incomunicación y la tortura. El caballito se convirtió en un símbolo y quedó inmortalizado en artesanías en hueso, madera, metal y cualquier material que la precariedad permitía. Se puede ver grabado, dibujado en cartas de presos y objetos cotidianos.
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