Los hay de varias épocas y modelos, pero los turistas nos apuntamos, sin dudarlo, a los más viejecitos de la línea 28.
Sus tendidos parecen estructurar el cielo.Circulan por cuestas tremendas.
A veces, en curvas inverosímiles.
Desde luego, pacifican el tráfico.
Y pasan bien arrimados a casas y paisanos.
No se puede visitar Lisboa sin viajar en tranvía.
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